domingo, 10 de enero de 2010

Madrugada del desocupado

Cuento de Eduardo Pérsico

Con mis bolsillos llenos de fósforos gastados y otro fin del verano sin conocer el mar, remonto el tenso barrilete de la noche. Vago hastiado de ómnibus errantes en la madrugada y de miradas sin novedad ni asombro, soy esa sombra que ambula  intuyendo soledades detrás de las ventanas. Misterios silenciosos boca arriba y el indomable insomnio de buscar algún dios de cielorraso.

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