domingo, 30 de enero de 2011

Respirar en los otros

Liliana Bodoc

No será fácil tomar conciencia de que María Elena Walsh ha muerto. ¿Cómo hacerlo si su voz sigue acunando el sueño de nuestros hijos e hijas, nuestros nietos, nuestras nietas? Cómo, cuando la actualidad de sus palabras, sus rebeliones, de su universo y de su música la conservan siempre joven y al resto un poco más viejas. Algo de lo materno se ha ido con ella que educó a más de una generación y que también nos legó el placer al educar. Algo de madre, sí, pero no cualquier madre sino una que no tuvo más hijos que su obra; una madre poeta, lesbiana, feminista, música, artista. Una descripción un tanto guerrera para la señora burguesa que disfrutaba del té de las cinco y hablaba de ciertas cosas con ambigüedad controlada. Todo eso era María Elena y a lo que deja y a lo que se lleva le rendimos este homenaje coral que tampoco alcanza para despedirla porque hay despedidas que son, sencillamente, imposibles.

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