jueves, 12 de marzo de 2009

Una Tristeza Indecente

Mi recuerdo afectuoso y agradecido de Marcella Althaus-Reid. (*)

Norberto D'Amico (**)

Supongamos que estamos en 1991. La teóloga argentina entra en un departamentito del barrio de Almagro, tapizado de margaritas anaranjadas. Calla ante el empapelado chillón, para dirigirse, atenta, a sus habitantes. “Uy, que lindo!” dice señalando con el gesto unos cajones rústicos de madera encimados con cierta gracia.

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