Oscar Taffetani
¿Cómo puede un médico, alguien formado para curar o para aliviar el sufrimiento de la criatura humana, convertirse en asesino?
A esa y otras preguntas trataron de responderse Charles Bettelheim, Emanuel Levinas, Hanna Arendt y Primo Levi, entre otros. Y la respuesta invariable es que la conducta criminal, la conducta de un asesino serial de Estado, es siempre precedida por una doctrina perversa, una doctrina que niega (en su discurso) la condición humana a la víctima, y que le brinda una coartada al verdugo.
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