Eliades Acosta Matos
Contra Darwin
En el 2009 la humanidad conmemoró el bicentenario del natalicio de Charles Darwin, uno de los sabios imprescindibles de la edad moderna. También el 150 aniversario de la publicación de su obra cumbre, El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en su lucha por la vida, uno de los textos más revolucionarios en la historia, y en consecuencia, como ocurre, por ejemplo con El Capital, de Carlos Marx, uno de los más ardientemente combatidos o defendidos.
Las celebraciones habían comenzado desde mucho antes. Por ejemplo, en el 2006 se había inaugurado en el Museo Estadounidense de Historia Natural una excelente exposición que sería luego llevada a Boston, Chicago y Toronto, Canadá, para terminar en el Museo de Historia Natural de Londres, desde fines del 2008 hasta principios del 2009. Pero ni ella escapó a las pasiones encontradas que sigue persiguiendo, en pleno Siglo XXI, a la Teoría Evolutiva. El encono es explicable: ella demuestra el origen natural, no divino, del hombres, y también la pertenencia de todos los seres humanos a una misma especie animal, más allá de sus diferencias raciales o culturales. Y esto, como ha de comprenderse, es demasiado para mentes conservadoras o estrechamente dogmáticas en materia religiosa.