En los últimos tiempos ha crecido la conciencia colectiva de que se está entablando un verdadero duelo entre los mecanismos naturales de la vida y los mecanismos artificiales de muerte desencadenados por nuestro sistema de vivir, producir, consumir y tratar los residuos. Las primeras víctimas de esta guerra total somos los propios seres humanos. Gran parte vive con insuficientes medios de vida, favelizados y superexplotados en su fuerza de trabajo. Lo que ahí se esconde de sufrimiento, frustración y humillación es indecible. Vivimos tiempos de nueva barbarie, denunciada por varios pensadores mundiales, como recientemente Tsvetan Todorov en su libro “El miedo a los bárbaros” (2008). Estas realidades que verdaderamente cuentan porque nos hacen humanos o crueles, no entran en los cálculos de los beneficios de ninguna empresa y no son consideradas en el PIB de los países, con excepción de Bután que estableció el Índice de Felicidad Interna de su pueblo. Las otras víctimas son todos los ecosistemas, la biodiversidad y el planeta Tierra como un todo.
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