Juan A. Estrada
“Nada hay nuevo bajo el sol". Podría ser la expresión que reflejara el escepticismo con el que abordamos el año nuevo. Cada año repetimos el viejo ritual, simbolizado por las uvas y las campanadas del reloj, aun a sabiendas de que lo más probable es que casi nada cambie, que el año naciente sea una repetición del que despedimos. Y es que desde la Antigüedad siempre hemos tenido conciencia del paralelismo entre la naturaleza, que siempre repite las mismas estaciones, y la historia humana, con un tiempo cíclico y el eterno retorno de lo mismo, que vacía de contenido el progreso. Siempre nos bañamos en el mismo río, aunque éste cambie continuamente.Desde esa experiencia hablamos de la rueda del destino, que marca acontecimientos necesarios, que se imponen contra nuestras expectativas de cambio.
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