Jaime Richart
Los malos políticos y los peores obispos no se arrepienten de nada. Y es porque esos especímenes tienen otra epidermis distinta al común de los mortales y además, como decía otro día, muchos no tienen conciencia. Sólo eso puede explicar tanto desvarío...
En cambio, las personas normales, a lo largo de nuestra existencia nos arrepentimos con cierta frecuencia en nuestro fuero interno de muchas cosas. Si no nos arrepentimos en el mismo momento del fracaso, lo hacemos tiempo después. Ello pese a saber que lo que hoy es desgraciado a veces acaba siendo una ventura, y al revés.
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