En la España del siglo XXI, donde la religión dejó ya hace años de regir la vida de las personas en la mayor parte de la población, el clero utiliza todos los recursos de que dispone para mantener sus privilegios. Uno de ellos es el censo de las personas bautizadas.
Habida cuenta de que a la mayoría de la población censada como católica se la bautizó en su más tierna infancia, cuando todavía no tenía uso de razón, cabría esperar que ya en edad adulta las personas que no desean seguir siendo consideradas católicas tuviesen la posibilidad de darse de baja de ese censo. Pero parece que no es así, según se desprende de un artículo publicado en “Rebelión”, al cual se puede acceder mediante el enlace que ofrecemos.
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