Fabián Paré
Los discípulos le decían a Jesús mientras salían del Templo: “Mira qué piedras, y qué edificios” (Mc 13,1), terminaban de recibir una enseñanza en torno a la ofrenda de la viuda, pero seguían con su atención cautivada en lo que engañaba a la vista. Es algo que nos pasa seguido, casi sin darnos cuenta de qué es lo que está por detrás de lo que se muestra a simple vista. Nos sucede con los dirigentes que nos gobiernan, rara vez llegamos a tener claro qué es lo que realmente está por detrás de lo que nos dicen en sus discursos; suele pasar en nuestras relaciones institucionales, donde a veces tampoco se sabe bi en qué es lo que está por detrás de las acciones -intenciones- de jefes, compañeros o colegas; y también puede suceder con las personas con las que nos relacionamos, a veces después de mucho tiempo recién se vislumbran las verdaderas razones que se ocultaban tras la relación. Lo que no podemos negar es que, hasta que suceda algo que nos desengañe en esas situaciones, uno/a se mantiene cautivado/a con lo que ‘parece ser’. La mirada cautivada por lo que aparenta ser, lleva a grandes frustraciones en pueblos, grupos de trabajo, familias, y personas. La historia nos muestra que aparecen nuevos personajes que prometen mejorar los roles desempeñados anteriormente a él/ella, y procuran con todo su esfuerzo seguir cautivando la atención de los demás en apariencias (que lo sostengan allí), y hay sectores que se dejan cautivar (por diferentes motivos: privilegios, coimas, identificaciones, afectos, etc.)
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