Me dan miedo los que, aún reconociendo sombras en su pasado, no están dispuestos a arrepentirse de nada porque –afirman- forma parte de su historia. Todo hombre tiene un ayer luminoso sin duda, pero también turbio. Junto al sol de los amaneceres existen noches de luto. Asumirlo no significa necesariamente su negación. Es más bien sostener la vacilante humanidad presente sobre el claroscuro de las propias raíces. Amar nuestro pasado es también redimir sus errores, inyectarlos de luz. Existir en el tiempo significa ante todo dominarlo y no permanecer enraizados en su inmutabilidad, sin capacidad de transformación. No somos lo inevitable que fuimos. Somos siempre creadores incluso del pasado.
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"Merecer la vida no es callar y consentir, tantas injusticias repetidas..."
ResponderEliminarHermoso y sabio artículo Rafael.