Era el miércoles de Pascua y te fuiste al encuentro definitivo con la Paz. Ya habrás descubierto, como te decíamos en tu final, que el amor que nos has dado no era más que un pálido reflejo del Amor con que te ibas a encontrar. Ahora gozarás ya de la inenarrable experiencia de saborearte hijo amado y al mismo tiempo Padre-Madre. Desde esa nueva dimensión seguirás acompañándonos y alimentándonos para seguir haciendo del resto de nuestro camino Pascua.
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