El próximo lunes 9 se cumplirán cien años de un suceso que conmocionó a Buenos Aires. Un joven ruso, de 18 años, había hecho volar por el aire con una bomba nada menos que al todopoderoso jefe de policía de Buenos Aires, coronel Ramón L. Falcón. El ejecutor era un anarquista llamado Simón Radowitzky y con su acción quiso vengar a sus compañeros asesinados el 1º de mayo de ese 1909, en la represión encabezada por el militar contra la manifestación de los obreros que recordaban las figuras de los cinco anarquistas condenados a muerte por la Justicia de Estados Unidos, por su lucha a favor de las ocho horas de trabajo. Un muchacho recién salido de la adolescencia, nacido en Rusia, y “además judío”, como señalaban las crónicas de nuestros diarios, se atrevía contra quien aparecía como el hombre de más poder en todo el país.
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