Se necesitaría ser enemigo de sí mismo y contrario a los valores humanitarios mínimos para aprobar el nefasto crimen del terrorismo de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Pero resulta de todo punto inaceptable que un Estado, el más poderoso del mundo en el terreno militar, para responder al terrorismo se haya transformado él mismo en un Estado terrorista. Fue lo que hizo Bush, limitando la democracia y suspendiendo la vigencia incondicional de algunos derechos, que eran orgullo del país. Hizo más: dirigió dos guerras, contra Afganistán y contra Irak -donde devastó una de las culturas más antiguas de la humanidad-, en las que han muerto más de cien mil personas y ha habido más de un millón de desplazados.
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Algo se estremecio en mi interior con la noticia de la muerte de Ben Laden.
ResponderEliminarSe que me senti ¡¡mucho peor!! en el 11 S, pero nadie es dueño de la vida de nadie por muy peligroso que sea. La tortura y la venganza no son el camino. Me alegro de que en mi interior brotara ese estremecimiento.
La humanidad tenemos aun mucho camino de aprendizaje por delante.