Me refiero a la izquierda ahora en el poder en España y a la que espera en los países europeos donde ahora domina la derecha. Diversos politólogos e intelectuales europeos han analizado el fracaso de la socialdemocracia en Europa, y todos coinciden en que la socialdemocracia europea copia a la derecha y por eso los electores prefieren el original.
Desde luego en España lo que llamamos izquierda no es más que una derecha social que sólo al lado de los bocazas y los fascistas puede parecer izquierda. La socialdemocracia, que es una destilación del socialismo mutada a socioliberalismo, en la praxis y en su lenguaje sigue las mismas pautas que la derecha por más que ponga contrapuntos a la música. Al final, en el cómputo general, ambas son la misma cosa. Pues la izquierda en el poder compite con la derecha y con sus mismas claves; “consumismo” y “crecimiento” son los dos referentes de una y otra. Sus valoraciones se hacen desde ambos conceptos. Véase cómo tiran constantemente los candidatos y sus portavoces de los mismos gráficos, aunque varíen para unos y otros las cantidades y los porcentajes. Mil comen, diez no comen. Pero qué más da… En este agravio comparativo ambas, derechas e izquierdas, coinciden en la indiferencia. Lo que quiere decir que ambos hablan el mismo lenguaje, el “políticamente correcto”. Y por eso los unos y los otros se acusan de “incumplimientos” y de “ineficacia”. Para ambos la eficacia es un concepto unívoco medido en cifras. Para ambos el amor está en el mismo sitio: hace mucho que para la izquierda dejó de estar también en el corazón.
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