La conclusión de expertos de toda Europa es clara: “vivimos peor que nuestros padres y nuestros hijos vivirán peor que nosotros”. El descenso social está amenazando a unas clases medias airadas y desorientadas que no saben cómo afrontar su futuro. Como subraya José Félix Tezanos, catedrático de sociología de la UNED y director de la Fundación Sistema, “nos hallamos ante un cambio de consecuencias imprevisibles”. El declive de las clases medias tiene que ver con la crisis (“quien posee mayores recursos siempre tiene reservas para los malos momentos, mientras que las capas medias se caracterizan por vivir al límite de sus posibilidades”), pero también forma parte de un panorama más amplio, el de una movilidad social descendente que resulta novedosa en las sociedades occidentales.
Según Tezanos, hemos entrado en una época en la que los hijos tienen menos oportunidades que sus padres y donde las situaciones de necesidad actuales son paliadas gracias a los recursos familiares, “pero cuando éstos se agoten (porque los padres se jubilen, por ejemplo) vamos a encontrarnos con un fenómeno de gran complejidad y de imprevisibles consecuencias”.
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