Pepcastelló
A veces me vienen a la memoria imágenes de mi infancia escolar, de aquellos sábados por la mañana en los que el maestro nos explicaba el evangelio del domingo, lo escribía en la pizarra y nosotros lo copiábamos en la libreta. Recuerdo aquellos momentos como muy agradables y serenos, pues era un gozo contemplar mentalmente las escenas que nos sugerían parábolas tan ejemplares como la del buen samaritano o el hijo pródigo y las situaciones que acompañan a todos los milagros que según los evangelios Jesús hizo. Eran narraciones extraordinarias, de una gran belleza, repletas de emoción. Imaginábamos a un Jesús compasivo resucitando a Lázaro, devolviendo la vista a los ciegos, convirtiendo el agua en vino, multiplicando panes y peces... Ni escasez, ni hambre, ni sufrimiento ni muerte. Tener cerca a ese Jesús debía de ser como estar en la gloria. Así no era difícil entender aquello de «bienaventurados los pobres». Los pobres, los hambrientos, los enfermos, los excluidos y todos aquellos hombres y mujeres en quienes se ha cebado la desgracia. Todos eran benditos, y Jesús así nos lo mostraba.
Hola Pep,
ResponderEliminarEntiendo perfectamente todo tu razonamiento y el "desencís" con la pràctica oficial del cristianismo. Detrás de esta pràctica estàn multitud de personas que se guian por el evangelio y que seguramente no participant en las ceremonias tenebrosas que citas.
Me permito recomendarte el libro "Déus, creences i neurones", de Ramon M. Nogués, que da una visión actual y científica del hecho religioso en general.
Xavier
Querido Pep:
ResponderEliminarUn artículo muy expresivo y real de experiencias comunes aún en distintos contextos y realidades.
Efectivamente la Iglesia Católica ha perdido la frescura del Evangelio y queda el culto junto a los rituales en sus espacios cotidianos.
Pero, con esa base que aún sostiene todo eso por tantos años y siglos de indoctrinación ¿cómo lograremos despertar?
Con esa base inmensa de mujeres, que no toman conciencia del uso que les dan los hombres de Iglesia, ni luchan por su dignidad de iguales, ¿cómo lograremos salir de esa oscurantismo?
Hay quienes ya se liberan y abrazan nuevamente la libertad del Evangelio de Jesús...pero !cuántos todavía están presos de ese marco eclesial! No abrigo muchas esperanzas de cambio. Sólo vislumbro luz en los/las que se ponen de pie, salen y empiezan a caminar por las huellas de Jesús.
E.Martínez
Estimado Xavier,
ResponderEliminarSé bien que en el mundo hay infinidad de personas que «que se ponen de pie, salen y empiezan a caminar por las huellas de Jesús», como bien nos indica el comentario de Emariv. Pero también sé que la Iglesia Católica Romana sigue predicando ese camino extraviado que nos es sobradamente conocido y que sigue ejerciendo sobre la población creyente una influencia muy grande gracias a toda la organización de que dispone.
En cuanto a Nogués, he leído de él algún escrito interesante, pero no este libro que me anuncias. En cuanto tenga un rato, lo buscaré y lo leeré, y luego lo comentamos.
Gracias por tu nota. Mi cordial saludo.
Pep
Estimada Emilia,
ResponderEliminarEn la tierra de mi madre hay un refrán que hace referencia a las guerras medievales entre “moros y cristianos” y dice: «vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos». I eso es, según veo, lo que ocurre en la correlación de fuerzas entre lo humano y lo canalla en el mundo actual, tanto en la demarcación religiosa como en la profana. No soy hombre de esperanza, pero sí de convicción. Espero solamente poder seguir mi camino hasta el final, formando parte de esta “tribu virtual” que se comunica con el alma.
Gracias por tu comentario. Recibe mi afectuoso saludo.
Pep