Pepcastelló
Recuerdo mi primera estancia en Taizé, la impresión que me produjo aquel excepcional lugar y la emoción de aquella forma de plegaria colectiva. Llevaba años sin orar y sin recitar un solo padrenuestro cuando me vi sumergido de pronto en aquella atmósfera de cantos y silencio. El impacto emocional que me produjo me es difícil de explicar. Tanto me impactó, que de regreso a casa me propuse hacer plegaria a diario. Pero en solitario y a palo seco, es decir, sin el soporte emocional que allí tenía, no me fue fácil.
Hola Pep,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este escrito. No he estado nunca en Taizé pero he hablado com muchas personas que sí que han realizado la experiencia y tengo una idea de lo que se puede sentir.
Cuándo hablas de hacer la plegaria en casa, dices que te falta la música. Yo creo que una música que penetre en tu conciencia puede servir perfectamente. Recuerdo que un editor catalán, en una entrevista que publicó el diari Avui, decía que cada mañana, antes de ponerse en marcha y en un silencio total, escuchaba una cantata de Bach. No sería ésto una ayuda para ambientar la plegaria, que puede ser hecha inconscientemente?
Por otra parte, existen discos de los cantos de Taizé que también pueden ayudar.
Xavier
A cada cual lo suyo...a mi la música no me hace falta, al contrario, me hace falta el silencio. Apenas me levanto,el silencio de la casa hace que me recoja, que empiece a meditar, a orar, porque si bien mi plegaria no se eleva ahora a Dios, sigo orando. Curioso no? pero es así, elevo mi plegaria deseando que todos los que me rodean esten mejor y sean mejores personas, que yo sea mejor persona cada día, reviso mis días como en un examen de conciencia e intento superar lo malo y acrecentar lo bueno si lo hubo. Le digo a mi alma, despertate si está dormida, le digo que la vida sigue adelante, que no se detenga a llorar sobre sí misma, a autocompadecerse, le doy esos sacudones a veces y resulta provechoso, porque la jornada empieza con más alegría y más fuerzas. Cada día y en diversos momentos las cuestiones a tratar son distintas, una hora diaria de camino al trabajo hace que medite como un monje adiestrado, sin música, sin celda, haciendo una abstracción del mundo que me rodea . En fin, esas son mis oraciones, conversaciones con mi alma. Esto es lo que hace que me inyecte ganas para darle para adelante en la vida.
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