Golpe por la noticia de que una criatura de 9 años reiteradamente violada por su padrastro se vio embarazada de gemelos y debió abortar con el acuerdo de su madre y de los médicos que la intervinieron y nuevo golpe por la difusión de la excomunión decretada por el obispo de la región a su madre y al equipo medico interviniente.
¿Es posible imaginar tanto desatino? ¿Es posible que la ley que ha invocado el obispo se halle por encima de la capacidad de comprender, de amar, de acompañar el drama de una pequeña tan duramente involucrada en esa dolorosa situación? Preguntas de difícil respuesta para quienes creemos que la doctrina de Cristo se dirige precisamente a confortar el dolor y las angustias de los más desvalidos y no a condenarlos, a ayudarlos a recuperar su autoestima y su dignidad de seres humanos.
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