Constantino y sus seguidores cambiaron el revolucionario mensaje de Jesús de Nazaret en una religión de piadosos conformistas, cuando no arribistas. Que dentro de la población creyente haya gentes que todavía conservan limpia y clara la conciencia no es mérito de esa religión sino de la sensibilidad de las personas que acunaron esos sentimientos o bien de la transformación que ellas fueron haciendo a lo largo de su vida. Que nadie venga pues a poner por delante, a modo de escudo, a la Madre Teresa y otras similares, ni a las gentes que integran el mundo de la Teología de la Liberación, porque no es mérito de la Iglesia Católica que ellas existan.
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Molt bé, Pep. He trobat que, com és habitual, el teu escrit és molt encertat. Gràcies per les teves reflexions.
ResponderEliminarXavier