La obsesión por la seguridad determina la configuración de ciudades con guetos, utilizados como instrumentos para garantizar esa “seguridad”. Así sucede en Roma, donde el alcalde promueve la construcción de tres campamentos gitanos con capacidad para 400 personas cada uno, lejos del centro urbano. La operación, que costará cerca de 30 millones de dólares, incluye la evacuación de seis asentamientos, aunque no se ha resuelto la reubicación de las personas que vivían ahí.
Esta “estrategia” urbana podría denominarse “síndrome de Potemkin” en honor al mariscal ruso que, después de la conquista de Crimea a finales del siglo XVIII, quería mostrar a la zarina Catalina el “bienestar” de los habitantes de su reino. Para ello, construyó fachadas de cartón-piedra para que, vistas desde el coche oficial, parecieran poblaciones prósperas.
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