La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cada vez se parece más al "Ministerio de la Abundancia" que imaginó Orwell en su novela 1984. El ministerio orwelliano, lejos de proveer abundancia, planificaba la miseria. Su misión era que no faltara el hambre en ningún hogar.
La OIT -paradoja andante- se ocupa de medir el desempleo mundial, presente y futuro. Sería hora de cambiar la sigla. Debería llamarse OINT: (Organización Internacional del No-Trabajo).
Es una ironía con sabor amargo. Porque la verdad incontrastable, la verdad brillante y ensombrecida, presente y escamoteada, es que sí hay un ogro mundial, un asesino con cara de bueno llamado capitalismo, que planifica, planificó y seguirá planificando la desocupación, la miseria y la exclusión de millones de seres humanos.
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