Hay dos economías: la de los bienes materiales y la de los bienes espirituales. Una y otra siguen lógicas diferentes. En la economía de los bienes materiales, cuanto más das bienes, ropas, casas, tierras y dinero, menos tienes. Si alguien da sin prudencia y derrocha sin control acaba en la pobreza. En la economía de los bienes espirituales, por el contrario, cuanto más das, más recibes; cuanto más entregas, más tienes. Es decir, cuanto más das amor, dedicación y acogida (bienes espirituales), más ganas como persona y más subes en el concepto de los demás. Los bienes espirituales son como el amor: al dividirse se multiplican. O como el fuego: al extenderse, aumentan.
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