Entre los palos borrachos de la 9 de Julio hay hogares sin paredes ni techos ni sala de estar. Un carrito de supermercado, un sillón con tres patas, una lata, un cajón de fruta con trapos para cambiarse. Una pila de diarios. Una garrafa con hornalla. Ella se consiguió una cama. En la tarde de franco de carnaval se tiró de costado, con la cabeza sostenida por uno de los brazos, a leer. Un par de horas con pretensión de paraíso. Después la lluvia, la noche, la ciudad más impiadosa. Y los redoblantes que suenan lejos, muy lejos. A la hora en que despiertan las brujas.
Texto completo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Éste es un lugar para compartir. Anímate y escribenos algo que te mueva el alma.