Cómo un pibe o piba que nació al calor (más bien friolento) de la exaltación del self made man, del consumo como único horizonte de vida (comprando o mirando como compran) del individualismo como ejercicio básico de ciudadanía, de la privatización como cosa natural y el mercado como paisaje omnipresente, nos muestra que es posible recuperar la calle para hacer de lo colectivo una señal que aglutine, para transformar la alteridad de asunto indiferente a razón de Estado.
Cómo y qué cosas se están moviendo para que la política como cosa sucia, “de otros” y de ultima “como algo que deberían hacer los que estudien para eso en una facultad o algo así”,… se traslade al asfalto, rebote en labios y palmas que quieren jugar allí sus apuestas de esperanza.
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