En esta Navidad de 2010 he sido algo más que austera o ¿exactamente todo lo contrario? No quiero regalos bajo el arbolito.
Esa austeridad empezó hace años cuando abandoné por completo los adornos Made in China y tejí al crochet en color crudo, algunas piezas. Mar, mi hija, pintó con purpurina las semillas que encontramos bajo el liquidamba de enfrente de casa y sencillos moños de hilo sisal son sus más caras filigranas. Unos cuantos ángeles de lienzo y algodón cierran el conjunto con una guirnalda de luces pequeñas y monocromas. No quiero un árbol de Navidad importada. Lo quiero hecho con nuestros colores y nuestras manos y no de plásticos convenientes sino de nobles hilos y exquisitas maderas tramadas por las primaveras.
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